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Y es que la CIA planeó adiestrar a gatos para que, portando dispositivos de escucha, se acercaran sin levantar sospechas a los diplomáticos soviéticos cuando estos estuvieran en lugares públicos. El proyecto se denominó “Acoustic Kitty” y estuvo vivo durante cinco años, consumiendo millones de dólares.
Sistemas de escucha miniaturizados eran insertados en el gato y se aprovechaba la cola del gato para situar la antena. Esto último, como todo lo demás, no es broma aunque lo parezca y está descrito en documentos desclasificados de la CIA.
Tuvieron un gran número de problemas, comenzando por la dificultad para amaestrar a los gatos, lo que solía agotar la paciencia de los implicados en el proyecto. En una ocasión, y con el trabajo de entrenamiento completado, durante una “prueba de campo”, poco después de sacar al gato del furgón y dejarlo en la calle, un coche lo atropelló. Y allí se quedaron los tipos de la CIA, dentro del furgón con un complejo sistema de escucha en funcionamiento y un gato muerto.
Fuente: The greatest war stories never told de Rick Beyer
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